Condición 1: Sustrato

Si tenéis la oportunidad de visitar un torrente tropical comprobaréis que hay zonas prácticamente libres de plantas y de repente, zonas en las que se acumulan muchas. Este fenómeno se explica por el término conocido como manantial de nutrientes.

Las plantas se concentran sólo en lugares en los que disponen de suficientes nutrientes para crecer todo el año. Un manantial de nutrientes consiste en un lugar en el que el agua, su corriente y el sustrato, contienen los macro y micronutrientes que necesitan las plantas. Esto se debe a que hay dos zonas bien definidas, la corriente de agua, altamente oxidante, y el sustrato, con atmósfera reductora. En el fondo, además, por la presión freática, existen zonas en donde el agua de la corriente atraviesa el fondo para volver a emerger en otras zonas en donde la atmósfera reductora ha conseguido modificar iónicamente los nutrientes para que sean inmediatamente asimilables por las plantas.

En un acuario, esta condición se simula con las lentas corrientes de convección que crea el cable calentador enterrado bajo el sustrato. Si elegimos un cable de la potencia correcta, el volumen de agua que atravesar el sustrato será aproximadamente la misma que el peso del sustrato mismo cada 24 horas. Esta lenta tasa de flujo proporciona las condiciones anaeróbicas controladas que se precisan para procesar los nutrientes.

La tasa de flujo también depende del tamaño de la grava; si es muy gruesa, la tasa será demasiado rápida; si es muy fina, será demasiado lenta. Por eso se recomienda usar grava con granos de entre 2 y 5 mm de calibre. El extra de oxígeno que atravesará el sustrato por convección será usado por las bacterias nitrificantes de la parte superior de la grava, dejando a las capas inferiores en condiciones de poca oxigenación. O lo que es lo mismo, lo que de verdad tenemos es un filtro biológico del tamaño de nuestro acuario. Por eso este tipo de instalaciones son tan estables.

Volviendo a los manantiales de nutrientes, el lugar en el que se concentran es, evidentemente, el sustrato. Si hay demasiados, el crecimiento de las algas será incontrolado; si son pocos, las plantas no crecerán bien. En el acuario, comenzaremos por usar una capa de sustrato preparado comercial (como por ejemplo Aqualit, de Hobby o Terralit de Aqualine), que contendrá mezclas de turba, arcilla, minerales, hierro y elementos traza. Evidentemente, esos nutrientes acabarán desgastándose y por eso debemos aportar cantidades controladas de nutrientes en forma de fertilizantes especiales para acuario. La corriente de convección creada por el cable calentador los trasladará a las capas inferiores del sustrato, donde podrán ser aprovechados por las plantas. Haciendo un símil con las condiciones naturales, el cable reproduciría el manantial (la suave corriente que atraviesa el sustrato), el fertilizante líquido, los nutrientes y el sustrato, el procesador de nutrientes.

Me imagino que ya tenéis claro que precisaremos de un cable calentador bajo el sustrato y un sustrato compuesto en su capa superior por grava de cuarzo de 2 a 5 mm de calibre.

Si tenéis problemas en elegir la potencia del cable, la norma general aconseja entre dos y tres watios por cada 10 litros de agua. Toda esta información viene impresa en la caja o los manuales de uso del cable calentador, pero si aún tenéis dudas, consultad en vuestro comercio especializado.

Condición 2: El agua

Para poder proporcionar a nuestros peces y plantas las condiciones que necesitan, tenemos que ser conscientes de que el agua es esencial. Su calidad de inicio y las modificaciones y ajustes necesarios en los cambios de agua periódicos para mantener esa calidad son vitales.

Como todos sabéis ya, los niveles de dureza en carbonatos que buscamos están entre 2-4 grados KH y la dureza general entre 4 y 7 GH. Sabéis también que el agua del grifo generalmente contiene tasas altas de nitratos que, además ya sabéis cómo eliminar, pero hay otro compuesto al que también debemos prestar atención: el fosfato.

Este es un nutriente esencial para las plantas y se produce en grandes cantidades como producto resultante del final de la cadena alimenticia y, con el tiempo, en todos los acuarios hay mas y mas fosfato si no se remedia. Desafortunadamente, las algas también lo usan y si hay demasiado fosfato, las algas serán imposibles de erradicar. Además de los cambios de agua, este agua debe contener lo mínimo o nada de fosfato, lo que nos lleva a recomendar el agua tratada con osmosis inversa. Evidentemente, el uso de este agua nos exigirá tratar el agua antes de añadirla al acuario para que mantenga los parámetros. Incluso si el agua de vuestro grifo no tiene demasiados niveles de nitrato y fosfato, la osmosis inversa os servirá para rebajar la dureza.

No es recomendable usar resinas intercambiadoras para este trabajo , pues como su nombre indica, cambian el calcio y magnesio (los que dan la dureza en carbonatos) por sodio, lo que mantiene el contenido en minerales exactamente en los mismos niveles que antes. Por si fuera poco, el sodio no es en absoluto beneficioso para las plantas. Lo que sí podemos usar son resinas absorbentes y en el mercado casi todas las firmas comerciales disponen de resinas antifosfato, etc., como por ejemplo los de Seachem.

Con los niveles de dureza correctos y con el añadido del CO2, el pH rondará los 6,3 a 6,6 y se mantendrá bastante estable, pero si queréis mantenerlo de verdad estable, existen controladores de pH que ahora ya no son tan caros como hace unos años.

Todos hemos leído acerca del pH, que se mide en una escala logarítmica, y que diferentes peces, provenientes de diferentes medios, prefieren un pH similar al de sus lugares de origen. Los del Malawi, por ejemplo, prefieren uno alrededor de 8,2, mientras que los Discos, tetras y rásboras, prefieren 5,5 a 7,5. Pero lo que casi seguro que no sabéis es que el pH afecta también a los nutrientes de las plantas y a otros compuestos del agua como el amoniaco NH3+ y el amonio NH4. Sabemos que el amoniaco es peligroso para los peces incluso en pequeñas cantidades, pero el amonio no les afecta demasiado. Los kits usuales no discriminan entre ambos, pero espero que lo que sigue a continuación os resulte de interés.

Estos dos elementos llegan a un equilibrio natural en el agua, y ese equilibrio está determinado por el pH. A valores bajos de pH, el porcentaje de NH4+ aumenta, mientras que el de NH3 disminuye. El NH4 gana un ion del agua para convertirse en NH4+. Esto significa que el pH bajo es más seguro para los peces que el pH alto (evidentemente dentro de unos límites marcados por las preferencias de cada pez).

Pero hay otra razón todavía más interesante para mantener un pH bajo: el nitrógeno que necesitan las plantas de acuario pueden obtenerlo más fácilmente del NH4+ y NH3 (vía difusión por la membrana celular) que del nitrato NO3. De hecho, muchas plantas prefieren esta fuente de nitrógeno y en el caso de algunas Cryptocorynes (que no pueden asimilar el nitrógeno del nitrato), es la única fuente de nitrógeno disponible.

Bien, pues si el NH3 y NH4+ están en un equilibrio natural determinado por el pH, si las plantas absorben el NH4+ y algo del NH3, y el NH3 restante cambia naturalmente a NH4+ para mantener ese equilibrio, podemos asumir que habrá menos nitrificación, lo que significa que habrá menos nitrito (NO2) y como consecuencia, menos nitrato (NO3). Y como hay menos nitrato, tendremos una menor probabilidad de que aparezcan algas indeseables además de que nuestros peces y plantas también estarán más sanos.

Pero cómo podemos controlar el pH de manera tan exacta? Con el uso de CO2.

Condición 3: Calefacción.

Volvamos al torrente tropical. Si nos descalzamos y metemos los pies en el agua notaremos que el sustrato está igual de caliente que el agua. Ahora, si nuestro acuario no tiene cable calefactor de sustrato y metemos un dedo en la gravilla, notaremos que está más fría que el agua: las plantas tendrán los pies fríos. Los cables calentadores no son nuevos en horticultura, se usan y mucho en invernaderos para promover el enraizamiento; se usan también en cultivos hidropónicos y hay muchos tipos en el mercado. La seguridad de estos cables es total y de hecho nunca he oido que uno de estos cables provocara un cortocircuito ni en instalaciones agrícolas ni acuáticas.

Las marcas más comunes en acuariofilia son Aquaponics, Denerle, Dupla y Rena. Aunque podemos controlar la temperatura del cable manualmente, os recomendamos el uso de un termostato y de entre los del mercado, el fabricado por Denerle es especialmente útil, pues controla tanto el cable como el calentador tradicional. Recordad que el cable no se usa principalmente para calentar el agua del acuario (para eso usamos también el calentador tradicional colgado en una de las paredes) sino para provocar las suaves corrientes de convección que hacen que el agua atraviese el sustrato.

Hay aficionados que usan mantas eléctricas bajo el acuario (por fuera) pero estas no son válidas para nuestros propósitos pues sólo calientan el agua, pero no crean corrientes de convección. Por no hablar del problema potencial surgido por la interacción de la manta eléctrica, el cristal y el agua, que pueden hacer (y lo hacen muy a menudo) que el agua del acuario tenga una mínima corriente eléctrica no muy agradable ni para los peces ni para nosotros.

Con la regla anteriormente mencionada de 2-3 watios por cada 10 litros de agua, el cable calentador mantendrá el sustrato unos 2 grados por encima de la temperatura del agua, que, a su vez, estará a unos 2-4 grados más caliente que la habitación; si la habitación está a 20 grados, la temperatura del acuario estará en torno a los 24 grados, quizá un poco frío. Por eso, recomendamos usar además un calentador tradicional que eleve la temperatura del acuario hasta los 26-27 grados. Si hace más calor en la habitación (o es verano), el calentador simplemente no se encenderá y el cable será suficiente para mantener la temperatura estable. Si aún hace demasiado calor y no tenemos un termostato conectado al cable, tendremos que estar pendientes y desconectarlo manualmente, de ahí que os recomendemos un termostato. Pero en cualquiera de los casos, el cable debe tener prioridad sobre el calentador externo, pues debemos mantenerlo en funcionamiento el máximo tiempo posible para que realice su función principal, que no es proporcionar temperatura, sino corrientes de convección, como ya os hemos dicho.

Condición 4: Filtración

El mayor error que podemos cometer al instalar nuestro nuevo acuario es elegir un filtro que centrifugue el agua, sobre todo si esperamos tener plantas en el.

La mayoría de las plantas acuáticas que usamos en nuestros acuarios proceden de ríos y charcas o lagos con flujo laminar de agua, aguas lentas o aguas semiestancadas y no se acostumbran fácilmente a la salida del chorro de agua procedente del filtro o de la cabeza impulsora (dejando a parte las instalaciones marinas).

Pero se debe haber un movimiento de agua, por supuesto. Lo ideal es que el volumen del agua del acuario pase por el filtro cada hora. También es adecuado un filtro que filtre dos veces el volumen del acuario por hora, pero no mas. Si el filtro no es capaz de lo dicho, podemos tener problemas de algas. Un movimiento ligero o agitación en la superficie del agua del acuario es necesario para que el agua respire y mantenga el contenido en oxígeno en los niveles correctos (ni sobre saturación ni depleción). Si la superficie está demasiado agitada, perderemos mucho dióxido de carbono (CO2). La razón por la que no es aconsejable un filtro demasiado potente o por la que no queremos condiciones con sobresaturación de oxígeno es que tenemos que evitar condiciones demasiado oxidantes, que degradarán demasiado rápido los nutrientes que nuestras plantas necesitan. Pero sin embargo, tenemos que eliminar los desechos procedentes de los peces; ¿cuál es el equilibrio, entonces? Los desechos de los peces, como amoniaco, se oxidan por las bacterias transformándolos en nitritos y luego en nitratos y dadas las condiciones correctas (anaeróbicas), se transforman en nitrógeno.

En nuestro sistema intentamos encontrar un equilibrio entre todos los componentes. El cable y la grava de hecho funcionan como un gran filtro lento y muchos acuarios grandes bien plantados y poco poblados pueden funcionar perfectamente sin ningún otro filtrado. Recordad que las plantas usan el amoniaco de los peces incluso antes de que este se oxide, así que no hay mucho nitrato que eliminar despues de todo. Algunas plantas de crecimiento rápido son capaces incluso de usar el nitrógeno a medida que es liberado por el proceso final de filtración.

Esto no significa que los filtros mecánicos o los cambios de agua no sean necesarios; de hecho, es altamente recomendable efectuar cambios de agua periódicos (al menos cada quince días) de un 25% del volumen. Eso si, el agua que añadamos deber igualar lo máximo posible las condiciones existentes en el acuario.

Algunos fabricantes recomiendan el uso de filtros seco-húmedos, y de hecho los acuarios con este tipo de filtro funcionan, pero tienen ciertos problemas. Por ejemplo, tienden a elevar el nivel redox y a usar grandes cantidades de CO2, justo el efecto contrario que pretendemos conseguir con la inyección de CO2. Por supuesto, podemos aumentar mucho los niveles de inyección de dióxido de carbono, pero qué desperdicio!

Para finalizar con el tema de la oxidación de los nutrientes, recomendamos el aporte de fertilizante líquido cada semana o quince días, e incluso existe en el mercado un dosificador de fertilizante de la marca Dupla que aporta ligerísimas y exactas cantidades cada día.